7 feb 2012

Acto Reflejo

-“Mañana, cuando me levante, vas a ser otra persona” – digo a mi reflejo con rostro sereno y actitud decisiva. Dispongo del cepillo dental, me baño, me visto y salgo de casa - “que extraño es caminar”, murmuro. Un paso, otro paso, sin pensarlo, sin sentirlo, como si fuera la gravedad y no el cuerpo el que realiza la acción. Por momentos deseo solo caminar, sin que mi mente piense nada, no obstante compruebo que es mil veces mas fácil pensar sin respirar, que respirar sin pensar. Llego al colegio - ¿bien y tú?; estrecho palmas, beso mejillas, me rio, me preocupo, intervengo en las conversaciones de mis compañeros, diciendo cosas que no pienso y pensando cosas que no digo, sin dejar a un lado la sensación de que nada es real. Suena el timbre, me siento en el pupitre, saco mis cuadernos, algunos hablan, volteo una pagina, el profe habla, volteo otra página, - presten atención; empuño el lápiz, la historia de Venezuela…

Levanto el rostro y observo a todos con curiosidad alienígena, se dan codazos, murmuran, sonríen, algunos envían mensajes de texto y solo un puñado presta atención – “qué extraña es la conducta humana”, pienso, y sorprendido, caigo en cuenta de que todos están locos. - No, murmuro; entro en pánico, pues noto aterrorizado que el que está loco soy yo. – “He perdido la razón”, grito; lanzo cuadernos al aire, tumbo el pupitre a un lado, no puedo respirar, lloro, doy alaridos, caigo de rodillas, estoy en shock, vomito, me ahogo, toso, convulsiono y sin embargo mi cuerpo sigue inmutable, yo solo presto atención. Escucho carcajadas, alguien ha dicho un chiste que no logré captar, igual me rio. – “Se pueden retirar”- dice el profesor, lo mismo dicen los otros tres, ya es tarde, me despido de mis compañeros, estrecho palmas, beso mejillas, nos vemos mañana.

Al llegar a mi casa, como lentamente sin saber por qué, me siento cansado, sin saber por qué, apago el televisor en medio de mi programa favorito y sin saber por qué me quedo dormido.

Al día siguiente, dispongo del cepillo de dientes, otra vez. No he hecho nada para cambiar, cincuenta a la derecha, cincuenta a la izquierda, me siento igual, escupo. El dia a dia se está volviendo eterno, cincuenta hacia arriba, cincuenta hacia abajo, yo me estoy volviendo eterno, me he fundido inevitablemente en él, como una mosca en un basural, escupo, como una goma de mascar, seca, pegada, sin sabor, en una antología triste de chicles ocultos, antiguos y olvidados, me enjuago. Miro, me mira tímidamente mi reflejo; de pronto estoy, esta sorprendido, emocionado, al fin algo diferente, mi palma, su palma toca la fría superficie. Ahora estoy decepcionado, el espejo estaba sucio, lo limpio, solo sigo siendo yo. Cabizbajo, me rindo ante lo imposible, mi mirada, su mirada es una bandera blanca, el plan del destino no puede burlarse. Al instante, con lucidez celestial, comprendo con ironía que quizá mi destino sea luchar contra el destino y entonces mi reflejo me mira, me dice, le digo con actitud serena y decisiva: Mañana cuando me levante, vas a ser otra persona.

Jesús Lugo

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