MAGLEV
A los miembros de la Cátedra Libre de Literatura Agustín
García.
Ha
sido comprobado científicamente que lo más cerca que ha estado un rostro de
levitar en esta ciudad es al encontrarse pegado al plástico amarillo de los
trenes Maglev, unas superconductoras
japonesas que se estrenaron en el 2005 casi antes de cristo y que el gobierno
venezolano adquirió en el 2078 para ser instalados en las principales ciudades
de uno de los países más ricos de la historia del siglo XXI. Las fuertes protestas
de choferes en el 73 debido a la resolución que eliminaba a todos los
automóviles que se dedicasen al comercio, contaminación atmosférica, matanza de
canes perdidos y tráfico de cocuy, fue el detonante perfecto para la compra de
los Maglev. Según la resolución, los automóviles quedaban confiscados y prohibidos de uso,
hasta que dejaran de cumplir con las características de resultar sospechosos y
de ser una posible amenaza para la integridad nacional. Ante esto, cientos de
ciudadanos comenzaron a tomar el Maglev para ir a sus trabajos y hogares. Sólo
existió una condición del gobierno para instalar los prácticos vagones en ese
entonces: No podrán cruzar el límite de cada estado.
Dentro
de la historia, se señala un juego que existió en la década de 1990, donde el objetivo era dirigir mediante una
especie de teclado con relieve que
incluía un móvil a una rayita proyectada en la pantalla que hacía el papel de
serpiente; mientras más alimentabas a la serpiente con puntos que simulaban ser
manzanas, ésta aumentaba su longitud. El reto era simple: no permitir que la
serpiente colisionara con su propio cuerpo. Pero el juego no llegaba hasta
allí. Existía un rectángulo de pequeña dimensión que hacía de jaula del animal;
esta jamás podría tocar los extremos ya que eso causaría su muerte. Desde el
año 2081, el estado falcón es ese rectángulo, ya casi se refleja con esa forma
dentro del mapa.
La
superconductora Maglev (Magnetic Levitation) puede alcanzar los 581Km/h. En la
publicidad se hace una comparación entre un sujeto cepillando sus dientes y
sonriendo, de fondo suena una música parecida a un villancico. El sujeto se
desvanece frente al espejo y aparece sentado con traje y corbata en un asiento del Maglev, hace el saludo militar
al holograma que se mantiene en la puerta de salida y continúa cepillando sus
dientes. Eso puede decirnos dos cosas: el gobierno quiere que más indigentes
vivan en los vagones o tal vez quiera decir que no podemos perder tiempo
mejorando nuestro aliento e higiene. Agreguemos una tercera, tal vez la que
ellos aprobarían: viajar en un Maglev es más rápido que cepillar sus dientes
por la mañana. Un coriano promedio o disperso podría estar de acuerdo con esa
teoría; en la CAG pensamos distintos.
"La
Cátedra de Anti espionaje Galáctico o CAG, es un grupo de escritores venezolanos
que realizan reuniones clandestinas desde 2067 en torno al impacto de las fuerzas alienígenas en la sociedad y el
complot entre los gobiernos de Rusia, Venezuela, China, Japón, Cuba y EE.UU sobre este tema. Una especie de los
pocos anarquistas reales que intentan concientizar a los humanos sobre las
desventajas de continuar las relaciones intergalácticas. Unos nerds,
superdotados, y egocéntricos
súperhumanos antiamantes de las máquinas y las naves espaciales. A pesar de su
hermetismo, la CAG ha enfrentado situaciones difíciles con infiltrados y
denuncias públicas en los últimos años. Estos contraatacan enviando cadenas
virales vía mail con sus textos. Hasta la fecha, han logrado mantenerse
firmes." Traducido de robotwriter.uk
Hemos
sido nosotros los que declaramos que lo más cerca que ha estado un rostro de
levitar es al encontrarse pegado al plástico amarillo del Maglev. El plástico
de la superconductora decora casi todo el vagón, es un material duro, casi como
piedra, demasiado denso para manos de ancianos y niños intentando no caerse.
Mantenerse de pie en un Maglev es la tarea más ardua que han atravesado los
corianos desde principios del siglo XXI, época de saqueos, escasez y
devaluación de la moneda nacional. Cuando se está parado en el Maglev sólo se intenta
mantenerse así, erguido, en silencio, adquiriendo una separación de pies
adecuada, una que pueda sostener el cráneo, la espalda, dos brazos y dos
piernas al menos por 2 minutos a 581km/h. Sólo cuando consigues un asiento junto
a la ventana, puede que logres hacer tu rostro levitar o al menos ver el del
usuario que va sentado frente a ti. Una vez escuché de un hombre que destrozó
el perfecto rostro de un muchacho sólo para reclamar un puesto con vista en el
vagón que sigue una ruta lineal subterránea, el
A-2. Es común que un humano quiera destrozar a otro, lo absurdo es que nadie
quiere un puesto con vista en esa ruta. La A-2 Subterránea también es llamada “la náusea”, o así la llamamos en la CAG,
al igual que “Ifigenia”, la ruta A-5, donde se suben los artistas cuando
deciden suicidarse sólo frente a hologramas que hacen guardia; y “hojas de hierba”, vagón preferido de los
periqueros y fumones de la ciudad. De
estas, la náusea es la más dolorosa. Cuando subes, sabes que visitarás el
mismísimo infierno. Sus constantes paradas, que van entre 0.5 y 2 minutos,
obligan al usuario a cerrar los ojos muy fuerte. A los miembros de la CAG nos
gusta mantenerlos cerrados sólo por unos segundos mientras caminamos medio
trayecto en la estación, luego los abrimos y vemos a un indigente intentando armar una máquina del
tiempo. Los indigentes de la náusea son los más desechables de la ciudad.
Sufren de neurosis y paranoias; la mayoría terminan realmente trastornados por
el chirrido de los vagones al pasar casi sobre ellos. La frecuencia cardíaca en
ese lugar es incalculable. En una
ocasión, pasando cerca de un grupo que jugaba a pintarse símbolos ovni en la
piel, escuché que declamaban: nosotros somos los autómatas del vértigo.
En una de nuestras reuniones comenté
lo que había escuchado en la náusea. Algunos miraron a la nada seriamente,
J.A28 cambiaba con mucho cuidado un fusil
de su mano-guante electrónica que había comprado hace un par de meses en una
tienda de baratijas. Sus manos funcionaban correctamente, pero siempre repetía
la misma frase: debemos estar preparados.
Hubo un silencio de 5 minutos hasta que al fin encendió la mano, produciendo un
estruendo de todos sus sonidos activados al mismo tiempo. “Autómatas del vértigo....” repetía por lo
bajo MS01. Esa noche logramos definir a la poesía autómata del vértigo, la
poesía a finales del siglo XXI, que sólo puede escribirse cuando el rostro es leve, cuando se encuentra
encerrado en un rectángulo de dimensión mínima, adherido a un plástico amarillo y frío a
581km/h. Lo pactamos. Enviamos el manifiesto de 1 línea como virus en
menos de 5 segundos desde la mano electrónica de JA28.
Nosotros
somos la poesía autómata del vértigo.
Enciendo
mi máscara térmica para despejar la humedad del vidrio ya empañado mientras el
vagón se detiene. “Guardar registro de ideas en archivo general CAG. Hora:
17:01 -17:03”, “Enviar”. Mientras se
bajan los 3 usuarios que viajaban conmigo, me detengo a ver el poster de una
nave espacial pegado en uno de los vagones de Ifigenia, este tiene unas letras
fluorescentes que interrogan: ¿Está usted
preparado?
Ahh no esta es la que pao ahh no esta es menol
ResponderEliminarNo te conocía, me alegra eso. Y yo que me creía de los jóvenes. <3
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