25 oct 2013

C.A.G: reunión del miércoles 23



4:00pm ¿Coro o Cochinchina?

Nadie sabe por qué últimamente Coro tiene la temperatura exacta de los desiertos, tanto en el día como en la noche, excluyendo dos diferencias que bien podrían pasar por insignificantes: 1. En los desiertos no hay vallas con rostros de políticos anunciando la temperatura de 50° en los semáforos (tampoco hay semáforos, ¿no?) y 2. En coro no se alucinan Oasis (El único oasis de acá es una estación de gasolina en la intercomunal coro-la vela donde beben los que andan presos o los están buscando). Nadie sabe por qué, sólo se ven con mala cara, amargados, el primer día por sus pies derritiéndose por el calor, el segundo día por su narices derritiéndose debido a la lluviecita que cayó la noche anterior. No hay escapatoria, pero de todas formas….no importa, porque nadie sabe, o porque se hacen los locos.


5:40pm Truenos, truenos, truenos. Mucho ruido, poca acción. Lluvia malacama.

Suelo quedar en ridículo cuando me quejo en la calle con cara de desahuciada agitando mis brazos, como mostrándoselos limpios –o no- a los pacos “Dios mío, una lluviecita, Dios” (repito el “Dios” en la oración, pa’ que suene con más propiedad y me escuche. Mi profesor de Tópicos Gramaticales no estaría de acuerdo con esa decisión) Quedo en ridículo, precisamente, porque de la nada llueve, me llueve encima, me lluevo entera, me llueven. Coro me llueve y me hace lucir patética y mojada, le inunda el carro a la abuela (abuelita, llévame pa’ la cátedra… ¿nubes? ¡Qué va… tranquila que hoy no llueve!) Cae el chaparrón. Sí, definitivamente me hace quedar en ridículo mientras danzo hacia el carrito con algunos pasos innecesarios.


6:30pm Rafaella, Adri, Liwin, Cristina, Maylén, Gracie, Rosa (sí regresó), Jesús Amalio y Daniela. ¡Hola, Jimena!


Casi nadie tuvo miedo al agua, quién sabe si a algo. ¿Le temen a algo estos muchachos? (que no levante la mano Adri María) Luego de estudiar los nuevos zapatos comodísimos de Cristina y la tardanza sospechosa de Jesús Amalio… ¡AH! y de declararme portera casi oficial de la casa del artesano, Jimena continuó dirigiendo los ensayos del recital que ofreceremos en un mes. No es que nosotros ensayemos para recitar poemas, no es eso, nosotros no somos tan falsos, no tanto. Lo que sucede es lo siguiente: nos comprometimos con este asunto de un recital sobre lo fantasmal (poesía falconiana: Lydda Franco Farías, Rafael José Álvarez, Darío Medina...)  para la apertura de cierto evento, con música de fondo, vestuario y todo el alboroto completo. Nos comprometimos porque realmente estamos interesados y también, porque nos emociona bañarnos en todos los charquitos. En los de Lydda, por ejemplo:


Me está pareciendo que oigo
                                     pasos por dentro
                                     un moverse que abona el espacio
                                     bailo a ese son
                                     bajo los árboles
                                     en la oscuridad donde la música es
                                     resbaloso esplendor
                                                                     móvil
                                     frenético ardid
                                     en el fogueo de la danza.


También en los charquitos de Álvarez:


A un tiempo
                                                  preparan la fiesta
                                                  para espiarnos

                                                  tardan las cicatrices
                                                  en los muros
                                                  donde a polvo se acostumbran
                                                  a mirar desde los cuadros.

                                                  Se insinúan
                                                  en las hojas ávidas
                                                  y sentimos por dentro
                                                  de la casa olvidada
                                                  sus secretos intactos.




8:22 pm Libros llorando en los bolsos. La voz de Rafaella

Necesitamos ensayar mucho. Agradezco que no nos dediquemos al teatro, no en este instante. No dio tiempo de desempolvar a Paul Éluard, ni a los poetas estadounidenses que trajo Liwin. A los demás ni les pregunté qué leerían. Cuando pensé en hacerlo, Rafaella comenzó a ofrecer un repertorio de música sacra. Todos atravesamos un momento de la no-nada. Yo veía la torre de la Iglesia San Francisco, con sus lucecitas amarillas y  su campana inmóvil, como si fuera un sticker pegado o una postal que nadie envía, mientras la voz de Rafaella se confundía con sus fantasmas internos.


9:00pm Mini círculo de Febrero. Discusión sobre la fealdad o no fealdad de los nombres de alguno de los miembros.

Febrero siempre interviene, sobre todo cuando aparece la Cristina. Estábamos a punto de irnos, de verdad, el señor de la casa del artesano cruzaba los dedos para lanzarse en su cama, cuando ¡BAM! Nos detuvimos a conversar sobre las siguientes intervenciones del Grupo Febrero en la Ciudad. Algo debe quedar muy claro en esto: la Cátedra Agustín García no es el grupo literario Febrero. Que tengan muchos miembros en común…bueno, Coro es chiquito y hay poca gente que de verdad se interesa por los libros y el crecimiento cultural más que por farandulear. Aunque cada tanto aparecen nuevos rostros… ¿o será que somos muy herméticos? Febrero no es la Cátedra ni viceversa, sólo los mismos cuerpos en facetas distintas. Me gusta hacer la comparación ¿por qué no? Del Taller Calicanto y el Grupo Tráfico, aunque…..no, no, nosotros somos muy leales con Maylén Sosa, nunca seríamos canallas con ella,  así que mejor olvidemos esa ridícula comparación. La Cátedra Agustín García es sobriedad y calma, un lugar. Es decir, últimamente no estamos tan showceros y pedantes; hasta nos tratamos con delicadeza.

9:25pm. Despedida. Visita al perrero de la plaza al frente de cantv. – Señor, nos va a dar 6 perros, uno sin salchicha, por favor. El perrero recitó en español sobre la mesa: “El Ritmo de mi corazón es un ritmo eterno”.

El delirio ya no asegura su publicidad ni con la
policía, ni con la guerra ni con los manicomios,
ni con esos grandes discursos del hombre
desgraciado.


El hombre habla y sabe hablar. Dice su persona
física: sus ojos, su boca y sus orejas, sus ojos para
ver toda la realidad útil, su boca para decir que
todo es esencial y fecundo y durarero, y sus
orejas oyen lo que su razón le dice. Ya no se
predica la felicidad por dos céntimos, la felicidad
por millones, ni el amor sin porvenir. Ya no hay
muerte moral, sino una moral eterna. Ya no hay
niños culpables, dejadnos reír, mujeres impuras,
dejadnos reír, ya no hay hombres que tengan
hambre –Eso ni siquiera se usa como una imagen…


El delirio ya no se emplea en anuncios
luminosos. La estupidez ya no tiene lengua para
expresarse. Ya no hay niños judíos para quemar
en los crematorios, ni putas para apiadarse, ni
soldados para hacerse matar, ni canallas para
engordar. Nadie tiene necesidad de ocultarse,
nadie tiene necesidad de mentir, ya no hay nada
que robar, ya no hay nada de que renegar. Ya no
hay intelectuales ni manuales para estimarse o
despreciarse, según estén sus bolsillos
agujereados o repletos. El pasado es un huevo
roto, el porvenir es una huevo incubado. El
presente es mi corazón. El ritmo de mi corazón
es un ritmo eterno.
(P. Éluard)















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