12 jul 2012

Reunión del miércoles 11-07-2012


      La reunión de la Cátedra Libre de Literatura “Agustín García”, siempre es una excelente oportunidad para mostrar las creaciones de cada uno de los miembros, estimular la creación colectiva, o mostrar un poco de la obra que se está leyendo; en ésta ocasión queremos compartir con usted, fragmentos de los que cada uno llevó a la reunión de éste miércoles, a ver si le gusta tanto como a nosotros y decide leerlo también, o quien sabe, acompañarnos en la próxima reunión. ¡Buen provecho!

“Desencuentros con Julio” de Jorge Enrique Adoum

       “Es como si lo hubiera visto morirse quince meses atrás o sea el 6 de noviembre de 1982. Cuando enterrábamos a Carol, hacía un frío triste y gris y allí estábamos los amigos desfilando sobre un suelo movedizo y húmedo de hojas sucias de otoño, como si hubiera servido para otros entierros u otros otoños y tras haber echado cada uno una flor -rosas amarillas había pedido su madre por teléfono- sobre la caja angosta y pequeñita nosotros que habíamos enterrado en nuestra vida a tantos muertos y dádole el pésame a tantos deudos nos encontrábamos en el cementerio de montparnasse con un único deudo solo alto duro flaco de pie con una gabardina azul bajo el arco de unos árboles casi decorado de teatro. Como en él todo era grande (sobre todo el corazón) me hizo sentirme más pequeño con su inmenso abrazo y su recomendación de que me cuidara pero en ese instante como si yo no hubiera sido yo sino uno de sus personajes de esos con supersticiones y premoniciones causales y casuales decía me decía ¿y a quién vamos a darle el pésame cuando él se muera si no a nosotros mismos?”…


“Novelas sobre dictadores” de Augusto Monterroso

       “Después de sus libros, lo que los escritores más le regalan a uno son temas. Casi no pasa día sin que alguien le diga a uno: “Esto es como para un cuento tuyo”; o: “¿Por qué no escribes una fábula en que las moscas se salven del pastel y tengan muchos hijos y vivan felices por muchos años?” Y así por el estilo. Y uno tiene que reírse y decir sí, sería bueno, y aceptar el tema con entusiasmo para olvidarlo convenientemente en ese mismo instante. Pero los colegas y los simples mortales son generosos y una vez puestos a regalar lo hacen a manos llenas. Y cada vez que algo les parece interesante te lo regalan y uno se va convirtiendo como en el depositario de todos los temas del mundo.”


“Ilusiones” de Richard Bach

      - Por favor., Compréndanme. Yo no elegí nacer vampiro. Es una desgracia. No tengo muchos amigos. Pero necesito beber todas las noches una pequeña dosis de sangre humana, porque de lo contrario me retuerzo presa de un dolor atroz, ¡ y si pasara más tiempo sin ella, no podría vivir! Por favor, sufriré mucho, moriré, si no me permiten succionar su sangre... sólo un poquito, no necesito más de medio litro…

 ¿Richard le dará de su sangre al vampiro?, o ¿aflorará su espíritu de supervivencia? Al final “Somos todos. Libres. De hacer. Lo que. Nos. Place.”



“El Escarabajo de Oro” de Edgar Allan Poe

      … “Es de un brillante color dorado, aproximadamente del tamaño de una nuez, con dos manchas de un negro azabache: una, cerca de la punta posterior, y la segunda, algo más alargada, en la otra punta. Las antenas son...
—No hay  estaño en él,  massa  Will, se lo aseguro—interrumpió aquí Júpiter—; el escarabajo es un escarabajo de oro macizo todo él, dentro y por todas partes, salvo las alas; no he visto nunca un escarabajo la mitad de pesado.”

¿Qué curioso misterio esconde éóste escarabajo?


“Poema 20” de Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes está noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

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